lunes, 9 de noviembre de 2009

El dia que quiero contarles a mis hijos

El dia que quiero contarles a mis hijos, es el dia en que pude salir a la calle sin preocuparme de no regresar, ese dia que tanto anhelo quiero que sea un dia despejado, donde pueda ver al cielo y descubrir que las estrellas aun se ven, quiero ese dia poder llevarlos al rio y descubrir que en el estan muchos peces para pescar, un dia en que el bosque sigue siendo una opcion para poder ir a jugar, a ver los animales, a respirar el aire empapado de rocio que solamente aquel bosque lograra tener; aquel dia en el que diga que confio en mi vecino y poder decirles al fin, soy feliz, porque con un mundo como este se que puedo continuar mi vida en paz... sabiendo que deje un mundo bueno para ellos.

Mas sin embargo que difícil es, mis hijos ya no son los niños que veía correr a media calle – cuando ni siquiera se veían automóviles cada minuto, cuando no había cielos oscuros, claro de tanto smog – bien se dice que recordar es volver a vivir, por eso pongo mi granito de arena en esta enorme tierra, en donde lo más difícil es que cada quien haga lo suyo, hoy hemos empezado y lo he platicado con ella.

Ella que siempre ha sido mi columna vertebral, quien estando a mi lado y ha sabido soportarme pero sobretodo apoyarme sin esperar recibir nada a cambio en todo momento, esa gran mujer que estoy seguro que al igual que yo la mayor fuerza de vida son aquellas lindas y hermosas criaturas, nuestros hijos.

Completa

el autor a decidido poner fin a esta historia Disfrutala

sábado, 7 de noviembre de 2009

Sin Titulo.

Muchas noches han transcurrido desde aquel trágico suceso del que pude haber sido testigo, mas no fue así, para mi bien. Pero abundan los temores en mi mente cuando recuerdo a las personas que los vivieron, y cómo tales personas tuvieron vínculos cercanos a mi existencia.

A menudo camino cerca de aquella casa olvidada y abandonada; al contemplarla en ese estado lúgubre y deplorable en que se encuentra, una sombra de evocaciones amargas y punzantes se proyecta inexpugnable en mi corazón.

Mi mirada decaída observa las ya ennegrecidas paredes sobre las cuales recae un débil reflejo de la soberana luna, misma que se hunde, lenta pero inevitablemente, entre siniestras nubes.

Mas no obtuve las respuestas que mi alma ansiaba. Mis ojos sin vacilar, se sometían a las crueles ventanas despojadas de toda vida. La oscuridad eterna ,sentía penetrante en mi mirada. No, no era el peso del miedo o los tormentos del dolor, eran los recuerdos que venían a golpear mi soledad llenándola de evocaciones nunca esperadas.

Mas no obtengo las respuestas que tanto anhela mi alma. Mis ojos sin vacilar se detienen en las nórdicas ventanas. Entonces siento el tiempo detenerse cuando la eterna oscuridad se confunde en fondo del alma. Y no es el miedo o el dolor lo que siente mi solitaria desesperanza, es el zigzaguear del recuerdo que me inundan con evocaciones nunca esperadas.

El paisaje nocturno, despojado de luces reflejan el pesar de mi alma, que anhelan y añoran dulces y calidos amaneceres. Inexplicablemente mi mente dibuja nuevos destinos imposibles y lejanos. Nada cambia y regreso a la imbatible realidad que se asoma en la penumbra de mi alma.

La gente que sabe lo que ha pasado y lo que he sentido me observa sin poder consolarme, saben de mi sentimiento de dolor, saben que es mejor no decir nada y dejar a mi luto en paz, ahora despues de todo lo que ha pasado me vuelvo a preguntar si podre ser como antes.

Los olores, los recuerdos, las añoranzas siguen puestas en mi alma sin poder consolarme, recuerdo los ruidos de aquella casa y el pesar de mi mente me hace creer que todavia estan ahi, de pronto escucho un ruido tan real como el ruido de mis pisadas, y mi curiosidad aumenta, acercandome lento con un nudo en la garganta, con el miedo acuestas, me atrevo a entrar a ese lugar.