sábado, 7 de noviembre de 2009

Sin Titulo.

Muchas noches han transcurrido desde aquel trágico suceso del que pude haber sido testigo, mas no fue así, para mi bien. Pero abundan los temores en mi mente cuando recuerdo a las personas que los vivieron, y cómo tales personas tuvieron vínculos cercanos a mi existencia.

A menudo camino cerca de aquella casa olvidada y abandonada; al contemplarla en ese estado lúgubre y deplorable en que se encuentra, una sombra de evocaciones amargas y punzantes se proyecta inexpugnable en mi corazón.

Mi mirada decaída observa las ya ennegrecidas paredes sobre las cuales recae un débil reflejo de la soberana luna, misma que se hunde, lenta pero inevitablemente, entre siniestras nubes.

Mas no obtuve las respuestas que mi alma ansiaba. Mis ojos sin vacilar, se sometían a las crueles ventanas despojadas de toda vida. La oscuridad eterna ,sentía penetrante en mi mirada. No, no era el peso del miedo o los tormentos del dolor, eran los recuerdos que venían a golpear mi soledad llenándola de evocaciones nunca esperadas.

Mas no obtengo las respuestas que tanto anhela mi alma. Mis ojos sin vacilar se detienen en las nórdicas ventanas. Entonces siento el tiempo detenerse cuando la eterna oscuridad se confunde en fondo del alma. Y no es el miedo o el dolor lo que siente mi solitaria desesperanza, es el zigzaguear del recuerdo que me inundan con evocaciones nunca esperadas.

El paisaje nocturno, despojado de luces reflejan el pesar de mi alma, que anhelan y añoran dulces y calidos amaneceres. Inexplicablemente mi mente dibuja nuevos destinos imposibles y lejanos. Nada cambia y regreso a la imbatible realidad que se asoma en la penumbra de mi alma.

La gente que sabe lo que ha pasado y lo que he sentido me observa sin poder consolarme, saben de mi sentimiento de dolor, saben que es mejor no decir nada y dejar a mi luto en paz, ahora despues de todo lo que ha pasado me vuelvo a preguntar si podre ser como antes.

Los olores, los recuerdos, las añoranzas siguen puestas en mi alma sin poder consolarme, recuerdo los ruidos de aquella casa y el pesar de mi mente me hace creer que todavia estan ahi, de pronto escucho un ruido tan real como el ruido de mis pisadas, y mi curiosidad aumenta, acercandome lento con un nudo en la garganta, con el miedo acuestas, me atrevo a entrar a ese lugar.

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